La última semana de enero de este 2020 participé en la Conferencia Regional de la Mujeres (CRM) en la sede de la CEPAL en Santiago de Chile, una conferencia que ha existido por los últimos 40 años. Es un espacio donde los Estados y la sociedad civil se encuentran con el objetivo de defender y avanzar los derechos de las mujeres. La validez de instancias internacionales como la CRM depende de la efectiva participación de sociedad civil. Es en estos espacios que se articulan los compromisos para el desarrollo de políticas públicas en toda la región y justamente por esto la participación de mujeres, plural, en su diversidad no sólo es enriquecedora sino necesaria.
TL;WR En resumen: Aprendí muchísimo.
Entendí procesos que no entendía antes e incluso conocí procesos que ni sabía que existían y es que eso es lo que pasa cuando se es activista joven y de una organización pequeña, es muy difícil que todo ese conocimiento sobre el engranaje del sistema internacional, regional o subregional se transmita. Participar en la CRM y los eventos de sociedad civil previos y paralelos me permitieron ampliar mi visión sobre los espacios de posible incidencia y así aportar con mis conocimientos a una estrategia más efectiva.
Muchas veces pensamos que el conocimiento únicamente se transmite de cierta manera o en espacios formales, sin embargo hay un valor inmensurable en el compartir y gestionar espacios de convivencia con feministas con mayor experiencia. Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de CEPAL confirmó durante la sesión de apertura del Foro Feminista de Sociedad Civil que: “hoy el gran temor es el retroceso” y que juntas debemos sostener los avances alcanzados ante un contexto regional sumamente complejo. Es por esta situación actual que la participación de feministas jóvenes durante la CRM adquiere mayor valor, ya que si bien es una oportunidad personal de crecimiento y aprendizaje inigualable, es también una inversión a futuro para el movimiento feminista.
Asistir a la CRM implica la posibilidad de influir en discusiones, plantear temas y posicionar preocupaciones específicas. Ser joven, en un mundo adultocentrista, tiende por lo general a limitar nuestro rol al de espectadoras, sin embargo este no fue el caso durante la CRM. Nuestra generación de feministas ha asumido el reto de la interseccionalidad y la sororidad como pilares desde los cuales se generan cambios. Ser consistentes con estos principios significa incluir y socializar información, procurando crear canales de comunicación cada vez más horizontales. Sostener trabajo de incidencia respetando nuestras diversidades plantea la necesidad de ser creativas gestando nuevas maneras de incluirnos mutuamente en las discusiones.
En lo personal procuré incidir con mi delegación nacional, conformada por funcionarias estatales y representantes del Estado, así como representantes de sociedad civil. En esta oportunidad la coordinación entre sociedad civil y las representantes estatales fue impecable, creamos mecanismos de comunicación que complacían a ambas partes y fomentamos el intercambio de posiciones previo a la CRM y durante la misma. Una de las preocupaciones de sociedad civil era que el Estado costarricense tuviera un rol pasivo durante las negociaciones y se trabajó para asegurar que el papel de cada una de las integrantes de la delegación asumiera mayor protagonismo. Nos aseguramos de que el Estado tuviera certeza de que sociedad civil estaba atenta y vigilante en todo momento y en todo espacio de la CRM, tanto durante las negociaciones como en sus eventos paralelos.
Hoy en día nos enfrentamos al reto de cuestionar e imaginar formas distintas de vivir, de trabajar, de producir y de incidir, algunas lo hacemos desde la calle, las redes sociales, las comunidades y otras poco a poco lo hacemos desde las negociaciones en las que de una u otra forma se concilian avances y reconocimientos pendientes desde hace mucho tiempo.